Entonces, ¿Cuanto amor hace falta en esta valentía para ser historia?
Para que veas que tu mirada solía internarse en la mía. Que con ella sola, yo sentía escalofríos. Que me derretías como dos cubos de hielo en estado plasma, cerca del sol.. Cerca de toda ese calor intenso. Que aún ya ciego y todo, yo podía usar tus ojos para caminar en cualquier campo minado y llegar al otro extremo en tiempo record.
Y respecto al puente de energías que tus brazos y los míos hacían..
Nunca pude sentir una fuente de energía renovable más eficiente que tal puente. Un lazo que las estrellas, en este cosmos tan infinito, habían decidido unir. Para poder hacer llegar al resto del amor que emanamos, en otras personas. Que intentamos contagiar y hacer el bien sólo para dar el ejemplo de como se deberían escribir las historias.
Nunca pude sentir una fuente de energía renovable más eficiente que tal puente. Un lazo que las estrellas, en este cosmos tan infinito, habían decidido unir. Para poder hacer llegar al resto del amor que emanamos, en otras personas. Que intentamos contagiar y hacer el bien sólo para dar el ejemplo de como se deberían escribir las historias.
El tema, es que tu sabiduría sabe como enfriar los corazones. Lo suficiente para explicar que no todos tienen ese plan fugaz de escape. O al menos un fuerte y único pulso que logre la mejor armonía de todas en cualquier canción que hable de vos. Que nadie es igual a nadie, y que yo ya estaba advertido de lo que no debía sentir..
La realidad cuesta visualizar. Los ojos no siempre se encuentran preparados para descubrir los caminos largos que las ciudades inundadas poseen y los atajos rápidos que llevan a forzar los destinos. A reventar más que creer en los amores. A las peores decisiones, quizás...
Pero no al fuego que tu corazón supo dar cuando tu cabeza estuvo en mi pecho.
La realidad cuesta visualizar. Los ojos no siempre se encuentran preparados para descubrir los caminos largos que las ciudades inundadas poseen y los atajos rápidos que llevan a forzar los destinos. A reventar más que creer en los amores. A las peores decisiones, quizás...
Pero no al fuego que tu corazón supo dar cuando tu cabeza estuvo en mi pecho.
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