lunes, 11 de julio de 2016

Atardeceres en la ruta.

Después de una decada casí eterna de cambios, se vieron las caras. Organizaron la mejor tarde de atardeceres para conocerse y personificar sonrisas que jamás habían podido ver. Por supuesto que el alma les era muy grande para hablar de lo que les sucedía. Pero ese es otro capítulo que va a encerrar a sus voces en otra provincia.

Recuerdo el principio como si fuera el fin. Claro, entre charlas de todo un poco siempre tenían algo que compartir. Algo que los hacía inigualables, compañeros por una decada sin siquiera conocer un poco de las iris que sus ojos poseían. Todo parecía tan natural que casi no tenían en cuenta que no se habían visto las caras aún.

Todo tiene alguna vuelta de rosca, por algo siempre el camino te hace ensuciar los zapatos nuevos cuando ya tienen ese aspecto de suciedad anterior. Rompiendo entonces con el auto de papá los atardeceres que descienden en el sur, se lograron ubicar en un marco que no era ni por mensajes ni por fotos.

Despues de una decadad casi eterna de cambios, se hicieron realidad. Esa personificación que empezó en este mismo medio con rastros de "esto no lleva a nada", hoy doblo dos cuadras más allá de la salida al "no me acuerdo quien sos". Entonces, hoy comparto esto a una compañera que la vida supo mantenerla a mi lado. Y que planeo mantenerla así.




No hay comentarios.: