Te volves a
casa. Escuchas un trueno y los autos que acechan los charcos como si fueran
violentos episodios de una película de terror. Te empezas a poner incomodo, tu
piel se te eriza. Caminas más rápido pero sabes que ni eso te salva si te
llegan a chorear. Te pones como un animal con miedo cuando escuchas una moto y
cerras los ojos para poder llegar a tu casa. O al destino de ese día..
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