Verte entrar así al bar no me asombra. Es algo que debe pasar constantemente cada día que deba verte. Sentirme sonrojado por dentro pero serio por fuera. Frágil como el cristal en mi interior, duro como el metal por mi superficie.
Uso anteojos que nada tienen que ayudar a mi vista. Pues resulta que necesito ocultarme en mi coraza mágica de intelectualidad. Tu belleza es tan fuerte que no me deja ser yo, a menos que el tiempo pase y sienta tus sonrisas brillar en mi entorno para apaciguar lo nervioso que me siento cuando mi corazón late con vos en sus ojos.
Decidimos seguir el rumbo de la noche hasta otro lugar. Alguno que no podamos ser más que nosotros, libres como somos. Caminar sin hacer nada más que hablar sobre lo que nos hace bien y lo que queremos en nuestras vidas.
La magia de volver a empezar, caminos que la luna ilumina a los Dioses cuando en el antiguo Egipto querían nacer de los lotos. Después de todo, la luna tiene una forma de mostrar las cosas como realmente son.. para lo peor, como para lo mejor.

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