Cuando tomaste mi mano, pensé que era el fin de los tiempos.
Pensé que el mundo se iba a parar para inmortalizarme.
Para darme la capacidad de volver a sentir.
De alimentar y hacer crecer mi corazón.
Que cuando me contaste sobre la paz que te daba,
entendí que podías comprenderme con mas claridad que el agua.
Que tus verdades y tus palabras compraron mi pasión.
Mis corazonadas, mis inspiraciones y mis debilidades.
Dormir hasta que te vuelva a extrañar ahora es una costumbre.
Costumbre que tan rápido se internó en mi.
Sin suero, ni otras drogas. Sólo hasta hablarte otra vez.
En mis sueños, en tu tema y hasta en mis letras.
Cuando tomaste mi mano, deje de pensar tanto.
Es cuando empece a creer, a sentir en que no estaba errado.
Que vos sos mi complemento.
Que vos sos...
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