Del otro lado de la calle, un chico que intenta rescatar a esa relación. Caminando, o intentando, sobre los pasos que ya dió para salir de ese lugar. Ocupando en cada paso un nuevo sueño logrado. Pero que sabe que lo que falló fue la confianza y que no pudo ser mas que un personaje de ese cuento que termina con la caída en picada de un corazón.. de una ilusión.
De estas situaciones, nace un sublime pero feroz latido de incertidumbre. Uno de ellos sufrió la distancia hace unos años. Por el otro, la distancia ya es parte de su ser.
A veces pienso y medito, como es que dos vidas tan iguales pero a la vez tan defasadas en el tiempo, se cruzan en este instante para darse a enseñar lo que aprendieron alguna vez a sufrir para poder amar. A sufrir por no poder tener esa calida ternura de cada mañana entre las sábanas y a luchar contra reloj para no pensar lo mucho que falta para vernos a los ojos aún así habiendo perdido lo que ya fue sufrido. Habiendo intentado lo que fue superado. Lo que sigue quemando sus días de no saber que pudo haber sido si la distancia no era un condimento en esa pocima de amor.
Los corazones laten y atraen compañeros de sufrimiento. Saben cuanto han dejado y cuanto falta dejar en cada latido. Saben hasta cuando pueden intentar dar todo.. aún así perdiendo lo ganado. Aún así ganando lo perdido.
Aún así, sin saber lo que podría haber sido..